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VINO O CERVEZA DESDE LA TEOLOGÍA

SoloVINO 01/10/2024


"Beber vino viejo con los nuevos amigos produce una maravillosa ósmosis". En esta entrevista a Enrique Gracía-Máiquez en el lbro de  R. Jared Staudt “La opción cervecera”  propone una renovación de la cultura católica atendiendo a las pequeñas cosas de la vida.


La cerveza ha desempeñado un papel sorprendente en el desarrollo de la cultura católica, impulsada por la oración y el desempeño de los monjes. La cerveza puede ser parte en la re-fermentación de la economía local, reuniendo a la gente en la celebración de las tradiciones perdidas. Consumida con moderación, puede ser ingrediente de una vida sana, santa y feliz.


¿QUÉ TIENEN QUE VER LA CERVEZA Y EL AMOR A DIOS?


Para el estadounidense R. Jared Staudt, mucho. Prueba de ello es su libro La opción cervecera, erudito y ameno a la vez, que esconde todo un tratado de teología doméstica bajo el disfraz de una oda a esta bebida. El ensayo llegó hace poco a nuestras librerías de la mano de Homo Legens, prologado por el poeta, García-Máiquez. Nos reunimos con él para aclarar qué bebida es superior, de qué manera el brindis fermenta una cultura católica y qué acentos tiene una opción cervecera “a la española”.


Citas en el prólogo del libro a H.G. Wells, que detestaba "the boozy halo of Catholicism", y lo contrapones al epigrama de Oxford contra los jóvenes chestertonianos, que recordaba Dorothy L. Sayers donde les afeaban que reverenciasen cinco cosas: el chuletón, la ordinariez, la Iglesia, el lío y la cerveza.


La propensión al brindis del catolicismo ortodoxo no llega a ser un dogma, pero por los pelos: el primer milagro de Jesús fue convertir el agua en vino, luego se vio que le divertía que lo llamasen "comedor y bebedor" y, puestos a buscar un ejemplo, dijo de sí: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos". De resultas, se ha establecido una enemistad eterna entre su estirpe y la de los puritanos y abstemios. Chesterton esto lo ve muy claro… y Wells, que lo ve muy turbio, ve exactamente lo mismo. Las fotos de Benedicto XVI dando cuenta de unas grandes jarras de cerveza son un gozo refrescante… y un icono.


En la Biblia se habla de cerveza, y mucho más de vino. En referencia a tu último libro, ¿el vino en el Evangelio acompaña la gracia de Cristo ? enológica me conquistaron Staudt, su libro y, sobre todo, la cerveza. La supremacía del vino yo la tenía clarísima y abrí La opción cervecera con la prevención de que fuese a discutirla inútilmente o a ignorarla. En absoluto, Staudt se inclina ante el vino, pero le encanta –humildemente– la cerveza.


Y esa humildad (de miles de años y de muchas culturas) es la propia de los sabios monjes de los viejos monasterios que cuidaron y mejoraron la cerveza. Así es imposible no amarla. La humildad es una virtud que nos gana el corazón.


En torno a los monasterios del Císter en Cataluña hay varias bodegas que se conocen como "las catedrales del vino". ¿Hay algo en esta bebida que naturalmente lleva a hacer la conexión con lo divino? Según Carlos Barral "los abstemios seguramente están mutilados de toda sensibilidad religiosa". Quizá Barral exagere algo, como solía, pero lo cierto es que la relación es, como decíamos recordando a Caná, inaugural. Y que, como tú apuntabas antes, queda sublimada por el honor insuperable hecho al vino de la transubstanciación. Famoso y divertido es el milagro que ocurrió, según la tradición, en Santo Domingo de Silos. Allí sólo se abstenían de beber vino el Viernes Santo, pero en uno de ellos el agua de las jarras se volvió vino, con lo que los monjes entendieron que no entraba dentro de los deseos del buen Dios que ni siquiera ese día se abstuviesen de beber vino.


En La opción cervecera se insiste en destacar el buen beber como catalizador de conversación, amistad e incluso evangelización.


¿DE QUÉ MANERA PODEMOS POTENCIAR ESTE ASPECTO Y NO CAER EN CONVERTIR EL MEDIO EN UN FIN?


Menos mal que me haces esta pregunta, pues llevado por el entusiasmo podría habernos quedado una entrevista estrictamente epicúrea, Dios nos libre.


En efecto, la cerveza y el vino Manuel de Prada sobre mí como columnista actual católico, aunque yo no cejo y hago todo lo que puedo, como también salta a la báscula. Son bromas, pero serias.


El gnosticismo –la herejía perenne– ha encontrado en el auge actual de la virtualidad una mina, con la que quiere hacernos saltar por los aires. Valorar lo corpóreo es una de las mejores batallas espirituales que podemos emprender; y de las más sabrosas.

"La bebida nos remite al alma humana también porque su propia existencia nos confronta con el misterio de nuestra libertad en el ejercicio de las virtudes". Es decir, ante la opción de beber, podemos hacerlo bien (con mesura) o mal (en exceso).


¿BEBER PUEDE SER ESCUELA DE VIRTUDES COMO LA TEMPLANZA?


Una escuela excelente. Porque la virtud de beber bien se mueve, como explicaba Aristóteles de cualquier virtud, entre dos vicios contrapuestos, uno por defecto (la abstinencia) y otro por exceso (la embriaguez). Santo Tomás de Aquino nos advirtió con mucho tino en la Suma Teológica : "Si alguien se abstuviera del vino en tal forma que hiciera mucho daño a su salud, no estaría libre de pecado". Chesterton lo explica más pedagógicamente: "El dipsomaníaco y el abstemio están ambos no sólo equivocados, sino que cometen el mismo error. Los dos consideran el vino como una droga y no como una bebida". G. K. C. no se resiste y nos regala otro ejemplo de en el punto medio, virtud aún más redondo: "Los sibaritas se bañan en vino y los puritanos beben agua, pero nosotros estamos muy interesados en no caer en ninguno de ambos extremos". José María Pemán tampoco se quedó corto con esta redondilla: "Beber es todo medida:/ alegrar el corazón/ y sin perder la razón/ darle razón a la vida".


Eso es. Lo del Salmo 104, que parecía una obviedad empíricamente comprobable –"el vino que alegra el corazón del hombre"–, resulta que era una inesperada profecía de las bodas de Caná (que resultaron tan divertidas al final) y todavía –en el Cenáculo– lo será mucho más y ya una alegría para siempre. La cerveza aparece menos, pero agradecemos que salga también en los libros veterotestamentarios.


La opción cervecera está escrito con mentalidad estadounidense. Aquí, por ejemplo, tenemos más cerca cervezas o vinos con tradición centenaria, mientras que allí en muchos casos se trata de tradiciones importadas.


 ¿EN QUÉ CAMBIA UNA "OPCIÓN CERVECERA" A LA LATINA? ¿ES MÁS FÁCIL, TAL VEZ, REALIZAR LA CONEXIÓN ENTRE LA BEBIDA Y LA CULTURA CATÓLICA?


La mentalidad de R. Jared Staudt es, en efecto, muy yanqui, pero, por eso mismo, emocionante. Ve la cerveza como el río (ejem) que le conecta con sus fuentes alemanas, europeas y católicas. Se sumerge (ejem, ejem) en él. Aquí, quizá por falta de esa perspectiva que otorga la distancia, podemos perdernos esa conexión. De mí sé decir que antes de leer

La opción cervecera concentraba todos mis esfuerzos en el vino. Staudt me convenció de que, en honor a ese bagaje cultural, había que hacerle también espacio a la cerveza. Le estoy muy agradecido.


Tanto tú como Staudt habláis sobre "la superioridad histórica, cultural y teológica del vino". ¿Hay urna ranking espiritual de bebidas espirituosas? ¿Alguna idea catequética en torno al vino, por ejemplo, como elemento esencial de la Eucaristía?


Están hechos para el brindis, para la familia y la comunidad. A su gozoso servicio. Hay una enseñanza subyacente en que las familias vinateras y, antes, las comunidades monásticas hayan sido sus productoras por excelencia.


Beber a solas es beber a medias. Menos mal que es imposible, porque, como dice la escritora jerezana Carmen Oteo, cuando se bebe en soledad, si se hace bien, se está brindando con nuestros difuntos en la memoria remansada.


Una frase tuya con regusto cervecero que me ha gustado: "Para amar algo es fundamental conocerlo a fondo, porque el trato fermenta el cariño".


Te lo agradezco mucho. Tú y yo esto lo hemos puesto en práctica. Tengo comprobado que beber vino viejo con los nuevos amigos produce una maravillosa ósmosis. La amistad gana rápidamente en solera, rociada por los años de envejecimiento que pone la bota. Se crean unos vasos comunicantes entre las almas y las copas.


La cerveza a fondo fermenta la amistad de una forma refrescante. La opción cervecera se suma a una familia cada vez más amplia de libros sobre comida y bebida con perspectiva católica, como La filosofía del vino, El alma hambrienta o La mesa católica.

 


¿HAY HAMBRE (O SED) DE PROFUNDIZAR EN ESTE ASPECTO, EN UNA SOCIEDAD QUE ESTÁ CADA DÍA MÁS AQUEJADA DE VIRTUALIDAD?


Así es. El cristianismo es la religión de la Encarnación. Esto es fundamental. Los dos grandes adalides de la ortodoxia, santo Tomás Moro y Chesterton estaban redondos como toneles, precisamente. Era una manera visual de mostrar su amor apasionado por el mundo, hasta en el mimetismo de sus formas. La báscula no deja lugar a dudas sobre la superioridad de Juan Staudt habla de cómo en la cerveza Dios crea los ingredientes, pero "necesita" que los humanos cocreen con él y los combinen de modo correcto. Ocurre también con el vino, y en general con la acción agrícola, que también es creativa (aunque a menudo se menosprecie este aspecto).


Cuando me preguntabas, con mucha puntería, si el interés católico por la buena mesa tenía más fondo del que parecía, hablábamos contra el peligro posmoderno de la virtualidad. En nuestros trabajos –teleconferencias, transferencias bancarias, monedas virtuales, chats, etc.– la falta de realidad nos acecha con especial virulencia. Los trabajos que tocan con las manos la materia, que es un regalo de Dios, y la naturaleza, que es su obra de arte, son una bendición. Dante decía que el arte que reproducía la vida era hijo del hombre, pero nieto del Creador.


Precisamente, La opción cervecera pone el acento en la fabricación de cerveza casera. ¿Ves algún valor —incluso espiritual— en este "mancharnos las manos" y crear algo propio? La capacidad creadora es una herencia directa de haber sido creados a imagen y semejanza del Creador. (La triple repetición es claramente intencionada.)

Hay un poema precioso de Marcela Duque en que cuenta que es bueno que las palabras se le resistan a la poeta porque así, cuando al final el poema salga, se verá que en su creación hay algo de milagro y, por tanto, de inspiración divina y, en consecuencia, de asombro y acción de gracias.


Crear la propia cerveza o hacer un pastel en casa comparten con la poesía su vocación de culminar en una celebración compartida con la familia y los amigos. Os propongo un propósito: brindar mucho más. Valorar lo corpóreo es una de las mejores batallas espirituales… y de las más sabrosas


FUENTE ; Libro Opción Cervecera Autor: R. Jared Staudt que entrevista a Enrique Gracía-Máiquez


ENRIQUE GRACÍA-MÁIQUEZ / Murcia (España), 1969 / es un poeta, crítico literario, escritor, profesor, columnista y traductor.


Ha escrito ensayos y artículos de crítica literaria en prensa y revistas especializadas, como Clarín, Suma Cultural, Ambos Mundos, Númenor, Leer por leer o Poesía digital. Codirigió la revista literaria Nadie parecía para la editorial Renacimiento (Premio Nacional a la Edición en 2003). Publicó un dietario, del que han aparecido tres volúmenes. Ha publicado un ensayo, Gracia de Cristo. Ha recibido el I Premio de Ensayo Sapientia Cordis, de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, por Ejecutoria (una hidalguía del espíritu). Tiene dos libros de aforismos y publica regularmente aforismos en Vozpopuli.


En 2022 fue nombrado académico de número a la Real Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras. En 2023 fue nombrado académico correspondiente en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

 

 

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