GastroTOUR 25/09/24
Un nuevo establecimiento que, sin lugar a dudas, será uno de los referentes de los establecimientos gastronómicos de Santa Cruz es Jardín de Asia en Green Tower, el edificio más alto de Santa Cruz, con 130 metros de altura y 34 pisos.
Haciendo un poco de historia, es necesario recordar sus orígenes. Este restaurante formaba parte del Hotel Los Tajibos, fundado en el año 2008 por la familia Calvo Rojas, que encargó a Jorge su ejecución. El concepto culinario se basó en cocina asiática con influencia amazónica, poniendo en valor insumos locales y a sus productores.
El arquitecto fue Juan Carlos Menacho, quien creó un espacio intimista, muy original y envolvente, que transportaba al comensal a un mundo imaginario inspirado por los cosmos, el agua y el fuego. En 2016, los Calvo vendieron Jardín de Asia junto al Hotel Los Tajibos al grupo de Doria Medina, quien ahora, inspirado en estos orígenes, lo sube a la planta 38 de Green Tower y cierra el emblemático galpón convertido en un paraíso gastronómico.
En la actual ubicación, un lujo “asiático” para Santa Cruz, cuenta con 180 pax y unas panorámicas espectaculares; puedes disfrutar de unas vistas únicas de la capital del oriente boliviano a tus pies. El nuevo Jardín de Asia recupera las icónicas “gotas” o “Ajakaí”, que son canastas muy bien pensadas para albergar mesas donde el comensal se siente en la más absoluta discreción.
Luz tenue, casi en penumbra, la decoración se intuye con dibujos orientales, maderas y vegetación, todo muy bien pensado. Un lugar exclusivo para gente exclusiva, donde el costo y la reserva juegan su papel, ideal para ágapes románticos e íntimos, de amor, calma y amistad; o bien comidas y cenas empresariales desde una plataforma que rompe esquemas y predispone para cerrar cualquier negociación.
Tuve la suerte de cenar en este ambiente con dos amigos: un empresario del mundo del vino y un importante arquitecto argentino. Por tanto, tenía a mi lado los mejores aliados para analizar este nuevo restaurante del piso 32 en Green Tower, tanto desde el punto de vista gastronómico como desde el interiorismo y la arquitectura.
Críticas negativas pocas, o simplemente minucias; quizá el espacio denote una voluntaria oscuridad que, a veces, no te permite ni leer la carta.
Pero el espacio es impecable: mesas sólidas y asientos muy cómodos, excelente vajilla, cubertería y detalles de buen gusto. Al entrar, te topas con una barra central que es el gran “laboratorio” de una excelente coctelería muy bien atendida por expertos profesionales.Se echa de menos el espacio del Teppanyaki y el lounge al aire libre de la anterior sede. Obviamente, debe ser un asunto de seguridad por los fuegos, y lo del lounge queda superado con creces por la vista espectacular que ofrece su ubicación en el techo más alto de Santa Cruz.
El servicio, como ya es tradicional, es de lo mejor: profesionales como René, Luis y Virgilio, entre otros, que no dejan escapar ningún detalle. Eficaces y serviciales, conocen al cliente, tienen el “chip” de psicólogos para saber en cada momento cómo trasladar la felicidad al comensal; un equipazo en sala. Y en la administración, el gerente de calidad y servicio, extraordinario relaciones públicas: Marcelo Chávez.
El que fuera uno de los brazos derechos de Gastón Acurio en Lima, el chef Diego Alcántara, es el almirante de la cocina que, con creatividad, intuición e inmejorable producto, ha puesto la cocina al nivel de las alturas propias de un restaurante que le habla de tú a tú al cielo de Santa Cruz. Cuenta con un nuevo menú, investigando con identidad propia, que va desde lo asiático tradicional a los nuevos sabores propios de la cocina de autor.En esta primera prueba, que rozó lo celestial, comenzamos con unos cócteles con Singani Casa Real mientras saboreábamos una variedad de sushis, entre los que se encontraban el kamikaze, makis y tempuras de camarón U15.
Como plato de fondo para compartir, ya que la entrada fue como la apertura de la “Madama Butterfly” (título original en italiano de la ópera de Giacomo Puccini), nos lanzamos por un tentáculo de pulpo al estilo “kusei”, en dos actos: su descubrimiento bajo una tapa de cristal de Bohemia y su posterior degustación... lenta, armónica, con estos toques mágicos de Alcántara maridado con el TRI Blanco añejado en madera de Campos de Solana.No me quedan palabras, y así me lo comentó nuestro ilustre visitante argentino, para decir que en Santa Cruz tenemos un restaurante que, por su ubicación, calidad y servicio, no tiene nada que envidiar a ninguno de Miami o Barcelona, y que apabullará a los visitantes que vengan a nuestra querida “Cambalandia”.
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